Y sí, la ilustración sobrevuela el mundo y esta vez lo hace de la mano de Marcelo Tomé, al que le pedimos que nos contara no solo sobre su oficio, tema que recorre este número 8 de Ventanas, sino sobre el libro Conexiones, escrito por Walter Binder, en el que un pequeño protagonista se vale de la fantasía para abordar de manera divertida, las tareas que le toca hacer. Esto es lo que Marcelo nos cuenta.
La ilustración como otra opción de expresión comunicacional
por Marcelo Tomé*
¿Quién es Marcelo Tomé?
Mi formación transcurrió en el ámbito de las bellas artes en donde se exalta el trabajo individual. Por eso elegí la ilustración como otra opción de expresión comunicacional en donde se plantea más una dinámica de equipo donde intervienen distintos agentes.
En mi vida laboral como ilustrador y también como docente, lo que siempre me interesa es lo colaborativo. El trabajo individual es laborioso y creo que se sostiene por la pasión y la constancia. Pero cuando la dinámica de trabajo se desarrolla en equipo, se gana en riqueza que se genera en el ida y vuelta, en la construcción colectiva y ahí está lo nutricio.
¿Cómo es su trabajo como ilustrador?
Cuando los ilustradores recibimos un encargo, más allá de la cuestión económica, siempre se presenta un desafío, tanto el encarar el texto como así también las distintas relaciones que se establecen entre editor, escritor, ilustrador y diseñador.
Pienso que cuando un editor convoca a un ilustrador para trabajar un texto determinado es porque encontró una posible conexión entre la estética de una imagen elegida y el texto.
¿En qué consistió el trabajo en Conexiones?
En el caso de Conexiones, un texto de Walter Binder, la propuesta llegó de la mano de la editora Judith Wilhelm de Calibroscopio.
Conexiones es una historia entre un padre y su hijo que se conectan desde el compartir la cotidianeidad del adulto y la fantasía del niño, y el fluir entre intereses comunes como la lectura de historietas y cuentos policiales. El universo del niño que relata la historia, establece lazos sensitivos y emotivos entre su mundo y el de su padre.
Desde el inicio del proyecto, Judith lo planteó promoviendo un intercambio de ideas entre ella, el escritor y el ilustrador así que, por ese motivo, todas las imágenes fueron surgiendo espontáneamente. Es por eso que casi no hubo ilustraciones que sufrieran correcciones.
¿Se estableció alguna conexión emocional con la temática?
En el proceso inicial de elaboración de imágenes para las ilustraciones, la constante lectura del texto de Conexiones, en todo momento me hacía reflexionar sobre mis recuerdos en relación con el trabajo de mi padre. Él fue metalúrgico y todo su ámbito laboral solo lo conozco a partir de sus relatos y anécdotas.
Pero en parte fuimos construyendo nuestra relación a partir de esos momentos compartidos en donde él hacía los “arreglitos” en nuestra casa.
Recuerdo que, como el personaje del niño en Conexiones, mientras yo le ayudaba a mi padre sosteniendo algún cable o atornillando alguna tapita de luz, se entablaba una charla donde él divagaba por cualquier tema mientras yo entraba como en un trance de escucha y que interrumpía de vez en cuando con alguna que otra pregunta generada por la curiosidad infantil. Me encantaba.
Disfrutaba también, como aquel niño de la historia, sentir los aromas y principalmente los sonidos mientras jugaba hurgando entre las herramientas y la lata de tornillos y tuercas que para mí eran una fascinante colección de pequeños objetos.
Me quedó tan grabada esa experiencia infantil con esa labor de “arregla tutti” que cuando fui grande quise tener en mi casa, mi propia caja de herramientas. Y todavía disfruto de arreglar lo que pueda con mis propias manos.
¿Cómo fue el proceso de elección de la estética de las imágenes de Conexiones?
Antes de ilustrar Conexiones de la editorial Calibroscopio, unos de los libros en los cuales había trabajado junto con el poeta Gustavo Gottfried fue Insomnio, editado por Mágicas Naranjas, que es una historia policial contada en formato de poesía, y justamente como el inicio de Conexiones trata del disfrute del personaje del padre en la lectura de “novelitas policiales”, es así que las primeras imágenes tienen mucha relación con el proyecto anterior.
Varios recursos gráficos recorren las ilustraciones del libro. Uno de ellos son los contrastes de luces y sombras que para mí representan la energía que imprime el relato sobre el proceso de construcción de una casa y la construcción de la relación entre el padre y el hijo que va atravesando por distintas aventuras con piratas, monstruos y espías.
También dibujos de planos con medidas, las herramientas y las tramas de puntos gráficos presentes en las viejas impresiones de historietas, atraviesan todo el relato de las imágenes.
¿Cómo fue el trabajo con Juega, juega, Negrito?
Otro de los últimos libros en los cuales trabajé se llama Juega, Juega, Negrito y fue producto de una labor integrada con la escritora Maria Laura Dedé. Este se logró autoeditar gracias al apoyo económico del Mecenazgo Cultural de la Ciudad de Buenos Aires.
Este libro justamente aborda la problemática del trabajo infantil y la necesidad de que el niño recupere el espacio para el juego y el aprendizaje sin cargar con las responsabilidades de los grandes.
En Juega, juega, Negrito el personaje del niño queda atrapado en las urgencias del mundo adulto y cuenta cómo, a través del juego, puede recuperar su mundo infantil. En medio de este relato se encuentran las reflexiones de su madre. Las imágenes simples y casi geométricas, describen un ámbito rural que es en donde transcurre la historia.
Marcelo Tomé nació en Buenos Aires. Ha realizado la carrera de Artes recibiendo el título de profesor de Arte en Artes Visuales otorgado por el IUNA. Desde entonces trabaja como docente en escuelas primarias, secundarias y de artes. En paralelo comenzó a incursionar en la ilustración y ediciones artesanales. Pero desde 1996 se especializó en la ilustración infantil y juvenil. Es miembro de ADA. Asociación de Dibujantes de Argentina. Sus trabajos han sido publicados en editoriales como AZ, Estrada, Aique, Edelvives, Homo Sapiens, Mágicas Naranjas y Calibroscopio, ilustrando antologías literarias, textos y poesías. Algunos de los títulos son “Como si fuera su novia” con poesía de Osvaldo Bossi, “Conexiones”, texto de Walter Binder. Publicó también como coautor los libros “Juega, Juega Negrito” junto con Marial Laura Dedé e “Insomnio” con Gustavo Gottfried.
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