En estos momentos tan singulares, en los que reflexionamos sobre el papel de la literatura en la escuela, y de qué modo se articula con la vuelta a clases, ALIJA necesitó de una reflexión coral. Para eso reunió la mirada especializada con la palabra viva de los mediadores en el aula.
Desde Jitanjáfora, Romina Sonzini y Mila Cañón nos acercaron su parecer, y varios docentes que nos acompañaron en la segunda edición del premio Los Favoritos de los Lectores contestaron entusiastas a este interrogante.
LA ESCUELA Y LA LITERATURA COMO ABRIGOS
Por Romina Sonzini y Mila Cañón*
Y seremos capaces de acercarnos al pasto, a la noche, a los ríos, sin rubor, mansamente, con las pupilas claras, con las manos tranquilas; y usaremos palabras sustanciosas, auténticas; no como esos vocablos erizados de inquina (…) sino palabras simples, de arroyo, de raíces, que en vez de separarnos nos acerquen un poco; o mejor todavía, guardaremos silencio para tomar el pulso a todo lo que existe…
Oliverio Girondo
A un año del inicio de la pandemia, la escuela evidencia una increíble potencia para mirarse, redefinirse y autoevaluarse. Es verdad que han faltado abrazos, encuentros e intervenciones cara a cara, pero hemos descubierto que ni las paredes ni la puerta del aula la definen, sabemos hoy que es posible “hacer escuela” pensando al otro, más allá de la absoluta presencialidad. Luego de un año de extraordinarios esfuerzos para reinventar los sentidos de enseñar y aprender, volvemos a habitar los edificios, mientras aún el mundo busca respuestas, enfrenta cada día desafíos diversos, modifica protocolos y la pandemia persiste en decir presente.
Ya sabemos que el trabajo del docente, como dice Silvia Duschatzky (2017), precisa cuerpos intuitivos, cuerpos que encuentren la potencia “para activar procesos de variación”. Frente al miedo y al cansancio, a los esquemas personales, a las estructuras prefijadas, a las pérdidas e incertidumbres nos convoca un año de nuevas reinvenciones. La pandemia nos recuerda frágiles, pero también humanos, dirige nuestra mirada delicada y responsable hacia los otros, nos enseña, a pesar de las dificultades personales para afrontarla, a sabiendas de que somos hoy esta escuela y nos toca, como siempre, ejercer la justicia curricular, en el sentido de Dussel (2020). Por ello, los encuentros en las aulas, la bimodalidad del 2021, las interrupciones y las planificaciones pueden ser pensados desde lo pedagógico como lazo, para colocar lo cualitativo sobre lo cuantitativo, lo relacional sobre la fragmentación, para apostar a la continuidad con sentido pedagógico, a la diversidad y la progresión didáctica. No volvimos a la escuela para rellenar lo que quedó vacío, para sumar a toda velocidad lo imposible, volvimos para reconstruir el lazo, para participar de una comunidad que como nosotros ha sido atravesada y lastimada por la pandemia. Y, en particular, sabíamos y sabemos que las prácticas del lenguaje, entre ellas la formación de lectores de literatura, dentro y fuera de la escuela, demandan delicadezas que no comulgan con la velocidad, los aplicacionismos o un enfoque mecanicista.
¿Por qué sigue teniendo sentido leer literatura en la escuela?
Vimos con alegría cómo desde el inicio de la pandemia los especialistas rescataron el discurso de la literatura (Lessing, Pauls, Handke) para explicar también este hecho que parece distópico. Vemos cómo la literatura no hace agua sino que sedimenta, abriga y fortalece. La lectura de literatura produce un desafío, el disloque de las palabras. Cuando esa provocación está ausente en los textos o en las escenas de lectura, se hacen presentes otros propósitos ajenos a la literatura y desaparece la posibilidad de que lenguaje literario e imaginación produzcan nuevos sentidos y se expanda el imaginario (Graciela Montes, 1999; Michèle Petit, 2015; María Elena Walsh, 1969).
Por ello imaginación e infancia no pueden separarse, porque se juega la posibilidad de hacer hipótesis y aventurarse para crecer, pensar y proyectarse, para lo cual es necesario imaginar otros mundos y otras realidades. No sólo la literatura pero también ella puede formar parte de este juego significante que es crecer en la interacción con las palabras y los textos del campo literario que abrirán las compuertas del imaginario de la mano de un mediador experto (Hermida y Cañón, 2012).
Los docentes tenemos la magnífica ocasión de repensar los discursos imaginarios en la escuela en un contexto que exige reinvención, tanto como la literatura la otorga. Hoy más que nunca es necesario ajustar las decisiones frente a la selección de materiales, eligiendo aquellos que les ofrezcan a niñas y niños la oportunidad de leer textos desafiantes, escapando de aquellos materiales sencillos, breves y que invitan a recorrer caminos vinculados al “tutelaje pedagógico” (Marcela Carranza, 2007; María Adelia Díaz Rönner, 1988; María Teresa Andruetto, 2009). Durante este tiempo, los maestros, los chicos y las chicas no pueden dejar de leer, mirar o escuchar textos completos, extensos y complejos —a través de audios del docente o de su lectura en el aula, en formato papel o digital—. Todos los niños y niñas deben tener la oportunidad de escribir por sí mismos —la tarea, pero también todo lo que quieran, en el cuaderno o en papelitos como diría Devetach (2008), en borradores, para contar el diario de la pandemia (como sugirió Tonucci, 2020), para sí mismos, para otros lectores—, porque, como sabemos, aún frente a este extraordinario contexto no se han modificado los propósitos del área (por lo que es necesario ofrecer soportes que los sostengan en la cultura escritura). También se deben generar situaciones de escritura por medio del dictado al docente, cuando la presencialidad lo permita, para ofrecer múltiples oportunidades de escribir textos más extensos y complejos, despojando al grupo de las preocupaciones que genera el sistema de escritura pero permitiendo que surjan interrogantes, conflictos y avances en relación al lenguaje que se escribe.
Pensar el aula como comunidad de lectores de literatura dará lugar a experiencias enriquecedoras en las que leer en voz alta, narrar oralmente, seleccionar qué leer de la diversidad propuesta en una mesa de libros y conversar sobre lo leído poniendo en el centro de la escena lo que interesa, desconcierta y atrapa (Aidan Chambers, 2007) serán situaciones cotidianas. Sostener estas propuestas permitirá que niños y niñas sean partícipes de intercambios significativos, den cuenta de diversas poéticas de autor, asuman el desafío de transitar itinerarios o recorridos lectores, construyan sus propios caminos de lectura (Devetach, 2008) y, finalmente, compartan sus pareceres en blogs, portafolios, padlets, agendas y diarios personales. Tal vez el desafío mayor sea construir la escuela como un amplio territorio en el que las situaciones de enseñanza planificadas profundicen prácticas de lectura y escritura con propósitos didácticos y comunicativos diversos, y que las propuestas en torno a lo literario tengan mucho de recreo, de lectura de tiempo libre y de juego y menos de tareas cerradas que no dan la oportunidad de construir el hueco donde refugiarnos (Montes, 1999).
¿QUÉ SENTIDO TIENE LA LIJ EN LA ESCUELA DEL BARBIJO?
Esto le preguntamos a docentes de todo el país y esto nos contestaron:
Cecilia Bueno, docente de Banfield, provincia de Buenos Aires
“Creo que la literatura es un medio espectacular para contener, expresarse, liberarse y sentirse acompañado. Más que nunca este año, como el anterior, será la literatura la gran excusa y ocasión de encuentro. De encuentro profundo, cercano, como el de antes. Allí no habrá diferencias. No existirá el miedo del contagio. Podremos leer juntos, escucharnos, expresarnos y compartir sin diferencias por la pandemia. Considero que la LIJ podrá tener un lugar relevante por todo lo enunciado. Desde mi rol de bibliotecaria, así lo trabajé el año pasado en encuentros virtuales con todos los grados y ya estoy planificando para poder hacerlo este año en la presencialidad. El año pasado la literatura permitió compartir pérdidas, dolores, miedos, incertidumbres, llantos… fue muy liberador y gratificante. También compartimos risas, caricias, juegos y nos ayudó a sentirnos cerca.
Leer es el camino, leer con otro es lo que necesitamos más que nunca”.
Sonia, docente de la escuela Nro. 13, Ushuaia, provincia de Tierra del Fuego
“El lugar de la LIJ en nuestra escuela es central en cualquier momento y bajo cualquier circunstancia ya que el PI de la escuela es la Feria del Libro de Ushuaia. Trabajamos todo el año en innumerables actividades de promoción a la lectura en las que recreamos los títulos leídos de todas las formas posibles. La LIJ atraviesa nuestros proyectos en cada ciclo escolar.”
Bibliotecaria de las escuelas 1 Ep. Nro. 37 y Ep. Nro. 38, Tigre, provincia de Buenos Aires
“Al leer me doy cuenta de sí. Desde las bibliotecas escolares podemos contribuir para que las LIJ tengan su espacio y tiempo real y planificado. Creo que es necesario planificar un espacio de la lectura por placer. Puede ser una herramienta muy valiosa para que la comunidad pueda afianzar el arraigo con la escuela, que se vio debilitado por la falta de presencialidad. Claro que la planificación es importante tanto en el espacio de calidad que se brinde como en cuanto a la seguridad, para evitar riesgos innecesarios”.
Graciela Rendón, escritora y docente en escuela de San Martín de los Andes, provincia de Neuquén
“Mi nombre es Graciela Rendon. Soy escritora y maestra. Trabajo en una biblioteca popular y hago talleres en las escuelas. Voy a hablar del papel de la LIJ.
En estos tiempos de NO PRESENCIALIDAD, la LIJ no estuvo ausente. Los y las maestros/maestras y mediadores se las han ingeniado de todas las maneras posibles para hacer transitar los libros en ese mundo a través de las pantallas. Cuando no había conectividad, iban a las casas; la biblioteca estuvo abierta con todos los protocolos pero no dejaron de sacar libros. En la escuela nro. 89, escuela primaria, y en el CEPEM 13, Centro Educativo de Enseñanza Media, trabajaron con algunos libros tomando capítulos o frases o resúmenes; fue trabajoso, muy difícil a veces, pero el Iibro no faltó. Digamos que a veces entró a empujones.
Fue un recurso muy interesante el usar algunos libros; solo algunas partes para que los y las alumnos/as escriban. Funcionó muy bien este tiempo el taller para escribir. Se leyó mucha poesía y microrrelato. También tratamos de usar libro-álbum pero fue más incómodo por el tema de cómo se vuelca ilustración a través de la pantalla. Se trabajaron muchos libros de la LIJ en el profesorado.
Estamos confiados en que esta nueva etapa va a introducirse una mejor relación con el libro. Ya por aquí en San Martín de los Andes empezaron de a poco algunos grados y el inicio de esta circularidad de conocimientos es sin lugar a dudas con los libros. La LIJ, para mí, coma escritora y mediadora es siempre una casa abierta que nos recibe. Nunca dejamos de tener el lema: DAR DE LEER”.
Andrea, bibliotecaria de escuela en Florencio Varela, provincia de Buenos Aires
“…nosotros tenemos un fuerte que nos identifica desde lo literario. Antes nuestros nenes compraban entre cuatro y seis libros de literatura por año. No usamos manual en prácticas del lenguaje, porque partimos la educación de este área desde la literatura. El año pasado y este año también, nos vemos ante la imposibilidad de compra de casi el 60% del alumnado, según encuestas. Aun así, las docentes armaron sus corpus como siempre. Van a leerlos ellas, grabar videos para la virtualidad y en voz alta en el aula. No dan más y van dos semanas de clases, pero saben que es algo construido juntas con el paso de los años. Costó que la comunidad se adapte a esto, pero se empezó a privilegiar la literatura ante otros gastos. Esta vez no se puede comparar por las falencias económicas que sufren nuestras familias. Los recorridos son variados este año. Pero hay algo que coinciden todas. Iniciaron con historias de escuela. Que rescatan la cotidianidad perdida por la nueva normalidad. Se compara. Se contrasta y se trae de vuelta. Por ejemplo, El genio de la cartuchera de Mario Méndez se abrió paso en cuarto quinto y sexto para el primer día. Y a varias se les hizo un nudo en la garganta al leer… Los más chiquitos con Margarita Maine, leen Cuentos para leer en el recreo. Y se enamoraron con Francisco, el protagonista. Después los elegidos son los que tienen a niños como protagonistas en diversos contextos. Matilda (Roald Dahl), El mar y la serpiente (Paula Bombara), (creo que hace unos ocho años que lo leemos en sexto y siempre se vuelve a llorar). Todos los demás padres y todas las demás madres dijeron que sí (por segundo año consecutivo) a El espejo africano (Liliana Bodoc), Malku y los cabritos (Margarita Mainé), Eleodoro (Paula Bombara)… La literatura como puente, entre las niñeces y la diversidad. Entre la normalidad y la pandemia.
Leonardo, docente de la Secundaria Nro. 70, Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires
“Con relación al tema planteado desde ALIJA surgen desde este colaborador algunas reflexiones sin más que contribuir al debate.
Desde la recepción del material enviado a la Secundaria Nro. 70, con igual alegría participaron los alumnos de 3° año de la lectura y posterior concurso de Los favoritos.
La misma alegría se vivió una mañana en el aula cuando, como su profesor de Prácticas del Lenguaje, les dije a esas juventudes con más ganas de seguir durmiendo que de escucharme, lo siguiente:
—Hay que acelerar la lectura porque vamos a conocer a la autora de El libro prohibido, Liliana Cinetto.
Autorizaciones, acompañantes, merienda, recursos (poco y nada) Todo un desafío trasladar a los alumnos por un conurbano impredecible, pero con la certeza que el movimiento valía la pena. ¿Quién de nosotros olvidó las salidas o excursiones organizadas por nuestra escuela y a las que más de uno permitió reforzar la confianza en uno mismo? “Si otros lo hicieron conmigo yo también lo haré por ellos”, pensé.
Luego del anuncio el entusiasmo se apoderó de cada uno de ellos.
Llegó el día del encuentro en la Biblioteca Alberdi de Lanús y sólo faltaron dos alumnos porque no recordaban el evento. Sentados y en silencio escucharon a una gran narradora además de escritora de cuentos y novelas.—¿Quién se anima a leer en voz alta? —preguntó la invitada, y mi asombro fue tal porque quien levantaba la mano y se acercaba a Liliana Cinetto era ni más ni menos que ese joven de aritos al que nada parecía gustarle en clase.
¿Será que en Literatura sucede también lo que en Educación para adolescentes al jerarquizar aquellas respuestas que se asemejan al ´saber impartido´ dejando mínimas posibilidades al resto? ¿No ocurre acaso desde el canon literario una desvalorizada mirada sobre la LIJ y solo parecen consagrarse aquellos autores que escriben teoría literaria o novelas con tramas psicológicas? ¿Cuán distinta es la reflexión sobre las pérdidas de los personajes en Amigos por el viento de Liliana Bodoc? O el dolor que cala en los huesos de Ezequiel ¿Hay en Los ojos del perro siberiano, de Antonio Santa Ana, simples descripciones que arrojan por el piso la altura de semejante novela?
Las escuelas recibiremos con alegría y compromiso la propuesta para este 2021 de la Asociación y, así como creemos en nuestros estudiantes, también lo hacemos en la LIJ”.
Referencias bibliográficas
Andruetto, M. T. (2009). Hacia una literatura sin adjetivos. Córdoba: Comunicarte.
Cañón, M. (comp.) (2019). El campo de la literatura para niños y niñas: miradas críticas. Mar del Plata: Universidad Nacional de Mar del Plata. Consultado el 1 de octubre de 2020 en http://humadoc.mdp.edu.ar:8080/bitstream/handle/123456789/886/Miradas%20criticas-cerrado.pdf?sequence=1
Carranza, M. (2007, marzo). “Algunas ideas sobre la selección de textos literarios”. Imaginaria N°202. Recuperado de <http://www.imaginaria.com.ar/20/2/seleccion-de-textos-literarios.htm>
Chambers, A. (2007). Dime. Los niños, la lectura y la conversación. México: Fondo de Cultura Económica.
Devetach, L. (2008). La construcción del camino lector. Comunicarte: Córdoba.
Díaz Rönner, M. A. (1988). Cara y cruz de la literatura Infantil. Buenos Aires: Libros del Quirquincho.
Duschatzky, S. (2017). Política de la escucha en la escuela. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Paidós.
Dussel, I. (2020, 23 de abril). La clase en pantuflas. Conversatorio virtual. Consultado el 30 de septiembre de 2020 en <https://www.youtube.com/watch?v=6xKvCtBC3Vs>.
Hermida C. y Cañón, M (2012).La literatura en la escuela primaria. Buenos Aires: Novedades Educativas.
Montes, G. (1999). La frontera indómita. Fondo de Cultura Económica: México.
Petit, M. (2015). Leer el mundo. Experiencias actuales de transmisión cultural.Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura. México: Fondo de Cultura Económica.
Tonucci, F. (2020, 12 de junio). “La educación en tiempos de pandemia: una charla con Francesco Tonucci”. Consultado el 1 de octubre de 2020 en <https://www.youtube.com/watch?v=S7jSJpyAj_c>
*Romina Sonzini y Mila Cañón son especialistas en literatura infantil y juvenil que pertenecen a la comisión directiva de Jitanjáfora. Redes sociales para la promoción de la lectura y la escritura, una asociación civil sin fines de lucro, cuya sede está en Mar del Plata, provincia de Buenos Aires. Si bien sus antecedentes se remontan a 1999, fue desarrollando diversos proyectos y en 2006, elaboran un estatuto cuyo objetivo es trabajar en la capacitación de mediadores y el acercamiento de la literatura a niños y jóvenes. Entre sus proyectos, como talleres, capacitaciones y charlas, están las jornadas “La literatura y la escuela”, que ya llevan veinte ediciones y en la que han participado numerosos panelistas.